La vulnerabilidad denota una condición de riesgo o indefensión, la posibilidad de sufrir algún tipo de daño o perjuicio, o de padecer la incertidumbre. Es situacional, ya que está condicionada por el contexto en el que se desarrolla, y puede ser causada o agravada por situaciones personales, sociales, políticas, económicas, ambientales. Asimismo, es un proceso multidimensional y multicausal, en el cual las personas pueden resultar lesionadas o dañadas ante cambios o ante la permanencia de situaciones externas y / o internas, que afecten su nivel de bienestar y el ejercicio de sus derechos.
Un tipo particular de vulnerabilidad es la denominada vulnerabilidad social la cual aparece estrechamente vinculada a la identificación de procesos o rasgos estructurales que introducen la percepción de situaciones de fragilidad, precariedad, indefensión o incertidumbre, que se configuran como condicionantes dinámicas que afectan las posibilidades de integración, movilidad social ascendente, o desarrollo.
Y en el caso de los niños y las niñas, la vulnerabilidad se define como la inseguridad, precariedad e indefensión en la que ellos y ellas se encuentran inmersos a causa de las relaciones sociales asimétricas con los adultos, que aún se mantienen en el accionar de algunas familias y organizaciones.
Uno de los objetivos fundamentales de la democracia es encontrar nuevas modalidades de reducción de las vulnerabilidades y las desigualdades, para lo cual resulta necesario considerar a niños y niñas como sujetos de derecho, valorando su acceso a la palabra.
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